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viernes, 5 de diciembre de 2008

Hacia una autonomía en la economía local (primera parte)

Hace algún tiempo que los noticiarios económicos han proclamado a los cuatro vientos que el sistema monetario mundial pasa por una crisis de medidas incalculables. Los expertos se han dedicado a dar opiniones tan variadas en cuanto a las causas de estas. Pero no son las causas las que deberían de preocuparnos, sino más bien los resultados. Y es que es más que obvio que durante la historia del dinero y de la banca central lo único que se ha logrado es crear un abismo social con ramificaciones indolentes y alienantes hacia las personas en general.

Esto debido a que los sistemas políticos y económicos adoptados han puesto énfasis en la competitividad más que en la cooperación, basados en teorías económicas obsoletas en donde no se vislumbraba que los recursos del planeta son limitados. Con esto no pretendo abanderar el socialismo pues aunque el término utópico puede sonar bastante atractivo no se aplica necesariamente a la naturaleza de los seres humanos. La cooperación debería de surgir de la necesidad de cohesión social que todos necesitamos buscando que cada quien tome un papel de acuerdo a su naturaleza y su propia manera de ver las cosas y la organización, buscando cada quien su lugar en la sociedad.

En 1982 Michael Linton acuño la palabra LETS (Local Exchange Trade System) que llegaría a ser el equivalente en español a Sistema de intercambio de comercio local. Un LETS, como se conoce más comúnmente, es una red local de intercambios sin ánimo de lucro en la que los bienes y servicios pueden mercadearse sin necesidad de usar la moneda tradicional. A diferencia del trueque donde el intercambio se realiza directamente, este funciona a través de créditos que son recopilados en una base de datos abierta a todos los miembros y que pueden ser utilizados en cualquiera de los servicios listados en el catalogo de personas que están afiliadas. Por ejemplo alguien afiliado a un sistema como este puede prestar un servicio de jardinería a alguno de sus miembros y los créditos acumulados los puede gastar adquiriendo el servicio de un masajista de otro miembro.

Este sistema ha llegado a tener tal éxito en algunos lugares como el caso de Ítaca en Nueva York, donde este sistema se empezó a implementar desde 1991. Bajo la iniciativa de Paul Glover este sistema se basa en el establecimiento de valor de una moneda denominada “hora” que es el equivalente a $10 dólares americanos. Este valor se estableció sacando el promedio del costo de una hora de trabajo de las personas que conforman la comunidad de Ítaca. Aquí la tasa de cambio para cualquier transacción es establecida por ambas partes, es decir, por la persona que adquiere un producto o servicio y la persona que lo ofrece.

Varios millones de dólares en valor de productos y servicios han sido intercambiados desde entonces y actualmente hay miles de personas afiliadas al sistema así como mas de 500 negocios locales que incluyen un centro de atención medica, una librería pública, granjeros, masajistas, electricistas, contadores e incluso una institución que funciona a manera de banco dando préstamo de créditos a negocios locales sin intereses.

De esta manera la comunidad no persigue competir sino mas bien colaborar con sus vecinos enriqueciendo a todos y permitiendo que el comercio se mantenga, incentivando a las personas a ofrecer lo que puedan y a participar activamente en la construcción de su comunidad.

Tal vez sea este un buen momento para tratar de implementar un sistema similar en Guatemala y muchísimo más específicamente en la cuenca del lago, donde los recursos son abundantes pero el dinero no. ¿Le gustaría participar?